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La Argentina independiente nacía, carente de recursos monetarios y de crédito. Durante todo el siglo XIX y la primera parte del siglo XX la economía Argentina se insertó de forma dependiente al
circuito económico mundial dominado por Inglaterra. El ingreso de
capitales británicos estuvo íntimamente ligado a la importación de material ferroviario,
equipos e instalaciones destinadas a conformar una estructura apta para exportar carnes y
cereales, negocios manejados por las élites argentinas las cuales mantenían estrechos
vínculos con Gran Bretaña.
El primer préstamo que se tomó fue el Empréstito Baring Brothers, con dicho banco
privado inglés, en el año 1824. Gobernaba la Provincia de Buenos Aires Martín Rodríguez,
siendo su Secretario de Gobierno Bernardino Rivadavia y su par de Hacienda Manuel José
García. Se pidieron 1 millón de libras esterlinas, de las cuales queda un saldo disponible de
552.000, habiendo descontado intereses adelantados y gastos de gestión (Galasso, 2003:
28). El préstamo se terminó de pagar en 1905, varias veces el monto inicial, sin que se
realizaran las obras públicas que lo originaron. Vemos como desde el siglo XIX, la Deuda
Externa está atravesada por la corrupción, el fraude y la falta de cumplimiento de los
objetivos que la originaron. Asimismo, existen personajes que alternativamente gestionan
deuda para el país y a su vez trabajan para los acreedores (Manuel García, mano derecha de
Rivadavia es un claro exponente de ello; después lo seguirán Norberto de la Riestra,
Federico Pinedo, Adalbert Krieger Vasena, José Alfredo Martínez de Hoz, Juan Sourrouille, Domingo Felipe Cavallo, José Luis Machinea, Luis Caputo, entre otros).

El Empréstito Baring era uno de los requisitos para el reconocimiento de la independencia
argentina por parte de Su Majestad Británica, así como para la firma del Tratado de
Amistad, Libre Comercio y Navegación entre ambos países, que finalmente sería rubricado
en 1825. La burguesía comercial anglo-porteña buscaba acrecentar sus ganancias e imponer
la dirección del proceso independentista en tanto que la Corona Británica aspiraba a
consolidar su influencia en las antiguas colonias españolas, las cuales le ofrecían una
importante fuente de materias primas, así como mercados para sus exportaciones
industriales.
“El saqueo y la dominación política aparecen, pues, como objetivos de la deuda externa
desde el principio de su historia”

Hacia 1865, el endeudamiento va a tomar un giro trágico, en cuanto sirve a los intereses de
las élites sudamericanas encolumnadas con la dependencia británica. Siguiendo la línea
política y diplomática impuesta por Londres, los gobiernos de la Argentina, la República
Oriental del Uruguay y el Imperio del Brasil van a enfrentarse en un conflicto bélico contra
el Paraguay, estado que había comenzado con un desarrollo autónomo y un progreso
notable para la época. La Guerra de la Triple Alianza culminó con el genocidio del pueblo
paraguayo en manos de los ejércitos vencedores hacia 1870, así como con la destrucción de
la infraestructura de dicho país sudamericano.
La participación argentina en la contienda fue financiada con deuda externa y fue el
Ministro de Hacienda del Presidente Bartolomé Mitre, Norberto de la Riestra quien se
ocupó de gestionar los préstamos. La conjugación de los intereses imperiales con las élites
locales, se vuelve una vez más contra los intereses de las mayorías.

Discurso del presidente Nicolás Avellaneda (1874- 1880) que es muy ilustrativo respecto al pensamiento de las élites políticas criollas:
“…los tenedores de los bonos argentinos deben reposar tranquilos…Hay dos millones de
argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y su sed, para responder, en una
situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados
extranjeros.

Durante el gobierno de facto impuesto después del derrocamiento de Perón, autodenominado Revolución Libertadora (1955-1958), se decidió la entrada de la Argentina a los recientemente creados Organismos Multilaterales de Crédito. El Fondo Monetario Internacional (FMI – 1945) y el Banco
Mundial (BM – 1944) se constituirían en prestadores, auditores y actores de peso en la
digitación de las políticas económicas emprendidas por los gobiernos de facto y
democráticos subsiguientes. La deuda volvía a crecer en forma progresiva, sin traducirse en
desarrollo ni progreso, sino todo lo contrario: se retrocedía con respecto a las conquistas
sociales obtenidas hacia mediados de siglo.
Los gobiernos sucesivos verán crecer el endeudamiento público, apareciendo nuevos
personeros de la entente entre los acreedores y los sectores dominantes de nuestro país. Como Eustaquio Méndez Delfino, Álvaro Alsogaray, Adalbert Krieger Vasena y quien
tendrá gravitación decisiva años más tarde, José Alfredo Martínez de Hoz.

EN LA PRÓXIMA ENTREGA ABORDAREMOS EL EXPONENCIAL ENDEUDAMIENTO GENERADO POR LA DICTADURA CÍVICO MILITAR –

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